EL PRESENTE Y EL FUTURO DE IRAK
Irak es un país con una sociedad multiétnica, multicultural y multireligiosa que posee una población cercana a los 35 millones de habitantes. La religión predominante en Irak es el Islam, con un 97%, repartido entre chiíes (65%) y sunníes (32%); jawariẙ o yazidies (1%); cristianos, en un conjunto de caldeos católicos, asirios y ortodoxos (1%); judíos y şabi’a (1%).
El grupo étnico más importante es el árabe (75%), seguido por los kurdos (20%), los turcomanos (2%), el conjunto de cristianos (1%) y otros (2%).
Irak es la antigua región de Mesopotamia. Según “Génesis, el capítulo 2”, es la cuna de la civilización y el paraíso terrenal. Pero gracias al Islam y a los musulmanes, hoy día es la cuna del terrorismo islámico y el infierno terrenal.
En marzo del año 2003, Estados Unidos lideró una fuerza internacional para invadir Irak y derrocar a Saddam Husein. La existencia de armas de destrucción masiva fue uno de los principales argumentos de los gobiernos estadounidense y británico para ir a la guerra contra Irak. No obstante, estas armas no fueron encontradas hasta hoy día.
El 13 de diciembre del año 2003, Saddam Husein fue arrestado en una operación conjunta entre efectivos kurdos, iraquíes y el ejército estadounidense, mientras se encontraba escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit.
El 5 de noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Saddam Husein fue condenado a morir en la horca y fue ejecutado el 30 de diciembre del mismo año.
¿Quién gobernó después de Saddam Husein hasta hoy en día? Los chiíes con el partido “Al Da’wa- el llamamiento” a la cabeza. En los años 70 y 80 este partido estaba en la lista negra de los partidos terroristas más peligrosos del mundo, por su responsabilidad en varios atentados en el país.
Después de la caída de Saddam Husein, comenzó una guerra civil entre los partidos islamistas por el poder, que tuvo su máximo auge en el año 2007, antes de que el gobierno estadounidense redoble sus esfuerzos militares con el objetivo de pacificar las calles.
Estados Unidos no pudo conseguir su meta de imponer la paz y la democracia prometida en Irak, dejando centenares de bajas dentro de su ejército hasta su retirada total en el año 2011. El nuevo y débil ejército iraquí se hace cargo de la situación en el país e Irak se convierte en un estado violento, donde el gobierno es ineficiente, corrupto y es acusado de sectarismo.
Pese a los intentos democratizadores y a la inclusión de minorías antes marginadas, Irak se convierte en un estado caótico: los atentados son diarios, el recuento de víctimas altísimo, la inestabilidad la norma y las tensiones entre los diversos grupos étnicos aumentan.
El régimen de Saddam Husein era totalitario, panarabismo o nacionalismo árabe, no islamista. Saddam tenía muchos defectos, pero tenía a los líderes religiosos radicales, tanto chiíes como suníes, sujetos y controlados.
Por el contrario, el régimen que vino después, hasta hoy día, es un sistema político radical islamista chií, totalitario nacionalista árabe, vinculado al régimen de los AyatAllah de Irán. Quién realmente gobierna y manda en Irak, hoy día, son los líderes religiosos islámicos chiíes, sobre todo el ayatolá Al-Sistani y Muqtada Al-Sadr, es decir, peor que el régimen laico baasista de Saddam.
Saddam Husein era un dictador, asesino, tirano, loco… llámale lo que quieras, pero por lo menos en su época, las minorías religiosas, entre ellos los cristianos, tenían cierta libertad para practicar y celebrar sus fiestas cristianas. Es cierto que Irak bajo el régimen de Saddam vivía una dictadura muy dura, pero no menos cierto es que el país era seguro y próspero.
La tarde del lunes día 29 de agosto del 2022, el caos se apoderó de Bagdad y se extendió en todo el país. Cientos de manifestantes tomaron el Palacio de la República, protagonizaron violentos enfrentamientos armados en las calles y se reportaron disparos de morteros en la Zona Verde de la capital, donde se encuentran las sedes de las instituciones y la embajada de Estados Unidos.
En respuesta, el Ejército decretó un toque de queda a nivel nacional. Los primeros reportes indican que al menos 40 personas han muerto y otras 300 resultaron heridas en medio de los disturbios.
El anuncio sobre la renuncia “definitiva” de la vida política por parte del influyente clérigo chií, una figura clave de la vida pública del país, Muqtada Al-Sadr, ha sido el catalizador de este nuevo episodio de violencia en medio de la crisis política que vive Irak desde junio.
Los enfrentamientos llevaron a que Al-Sadr inició una huelga de hambre “hasta que cese la violencia”, que él mismo generó. Irak sigue sin primer ministro ni gobierno, ya que las fuerzas chiíes no logran ponerse de acuerdo en cómo designarlo.
Al-Sadr, muy influyente en Irak, exigía disolver el Parlamento y convocar elecciones legislativas anticipadas para salir del barullo que él mismo creó. Ante el caos desatado, el presidente iraquí, Barham Saleh, se ha reunido con el primer ministro en funciones, Mustafá Al-Kazemi, y con los dirigentes del Parlamento y del Poder Judicial para abordar la situación.
Además, Al-Kazemi ha pedido a Al-Sadr que ordene a sus seguidores que regresen a casa para contener la crisis. Pero, ¿quién es éste Al-Sadr y cómo llegó a ser tan poderoso en Irak? Muqtada Al-Sadr (الصدر مقتدى) es un clérigo chií que nació en el año 1973 en la ciudad santa chií, Nayaf.
Actualmente Al-Sadr es uno de los clérigos chiíes y políticos iraquíes más influyentes del país, a pesar de su ignorancia, y nunca ha ostentado un cargo en el gobierno. Dirige el partido o el movimiento sadrista, especialmente implantado en los barrios pobres chiíes y la milicia, denominado ejercito Al Mahdy, una milicia terrorista de las más poderosas de Irak.
Habitualmente reside en la ciudad santa de Nayaf y se desplaza a Bagdad en pocas ocasiones. Muqtada Al-Sadr tiene ascendencia iraquí, iraní y libanesa, pues sus antepasados emigraron desde el sur del Líbano a Irak y es primo del desparecido el gran Imam Musa Al-Sadr, uno de los fundadores del movimiento radical chií Amal en Líbano.
Muqtada pertenece a una influyente familia chií iraní; su bisabuelo fue el gran ayatolá iraní Ismail Al-Sadr, y su padre fue el Ayatolá iraquí Mohamed Sadiq Al-Sadr, asesinado por orden de Saddam Husein en el año 1999 junto con dos de sus hijos, Mustafa y Muammal.
Otro familiar suyo, Mohamed Baqir Al-Sadr, filósofo y pensador chií, fundador del Partido Islámico Da’wa, también fue asesinado por orden de Saddam en el año 1980 junto con su hermana Amina Al- Sadr, porque mostró su apoyo total a la Revolución Islámica de Irán en el año 1979.
Esta represión alcanzó una mayor escala en marzo y abril del año 1991, cuando los chiíes del sur de Irak se rebelaron contra el régimen de Saddam tras la derrota y la expulsión del ejército iraquí de Kuwait en la Guerra del Golfo del año 1991. Esta rebelión la he vivido en primera persona, con mucho temor por mi vida.
La represalia de Saddam fue brutal y costó la vida a 150.000 chiíes en esta zona. Tras la invasión estadounidense de Irak en el año 2003, fueron estos antecedentes familiares de la familia Al-Sadr, dos veces santificada por el martirio, los que promovieron rápidamente a un bastante desconocido Muqtada Al-Sadr, el hijo menor de Mohamed Sadiq, al papel de liderazgo.
El perfil público de Muqtada Al-Sadr se forjó a partir del año 2003, durante la guerra de Irak. Fue uno de los líderes de la insurgencia más relevantes y su milicia, que se hizo fuerte en la ciudad de Al-Sadr en Bagdad, golpeando duramente tanto a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos como al ejército iraquí.
También se enfrentó a las milicias suníes, por lo que fue acusado de excitar los enfrentamientos sectarios. En el periodo de reconstrucción de Irak tras la guerra, su partido ha participado activamente en la política.
En el año 2006, Muqtada apoyó al corrupto primer ministro Nouri Al-Maliki, también radical chií del partido Da’wa, y varios miembros de su partido fueron ministros, pero se retiraron en el año 2007 del gobierno. En el año 2010 volvió a apoyar a Al-Maliki, dándole una ventaja decisiva sobre sus rivales.
Situado en primera línea política, en el año 2016 Muqtada lidera la oposición al primer ministro Haidar Al-Abadi, al que reclama un gobierno tecnócrata frente al reparto tradicional de poder por cuotas de clanes y partidos.
En mi opinión, su posición está relacionada con la pugna entre diferentes clanes chiíes y el temor de Al-Sadr a perder protagonismo ante la emergencia de nuevas milicias que destacan por su lucha contra el Estado Islámico.
El 26 de febrero del año 2016 Sadr convocó a un millón de personas que se manifestaron en la plaza Tahrir de Bagdad para protestar por la corrupción en Irak y el fracaso del gobierno para reformar el país. La protesta fue considerada como una de las más masivas en la historia moderna de Irak.
En su intervención, exigió al primer ministro Abadi reformas profundas y animó a los manifestantes a alzar la voz y gritar para que los corruptos tuvieran miedo. Al mismo tiempo, el movimiento sadrista ha ido cosechando éxitos electorales. En las elecciones del año 2010, los parlamentarios sadristas obtuvieron 40 escaños (de un total de 325) y ocho ministerios (de 42).
En las elecciones parlamentarias del 10 de octubre de 2021, el bloque político sadrista se convirtió en la primera fuerza política de Irak, tras obtener 73 escaños de un total de 329. Tanto en las elecciones parlamentarias del año 2018 como en las del año 2021, su movimiento fue el más votado, pero ninguno de los comicios le sirvió para tomar formalmente el poder.
Tras varios meses de infructuosas negociaciones para formar gobierno junto a las fuerzas sunís y kurdas, a la postre trabadas por sus rivales proiraníes del Marco de Coordinación liderado por el exprimer ministro chií Nouri Al-Maliki, ordenó en junio 2022 a sus legisladores que dimitieran en masa y llamó a sus seguidores a tomar las calles para reclamar nuevas elecciones.
La desbandada sadrista despejó fugazmente el camino para que sus rivales chiís tomaran las riendas del Gobierno, una posibilidad que Al-Sadr intentó abortar con el asalto al Parlamento de sus seguidores a finales de julio 2022.
El resultado ha dado lugar a una parálisis política, con sentadas, protestas y altercados. Turbulencias que se recrudecieron el lunes día 29 de agosto del 2022, con el asalto sadrista a la sede del Gobierno interino y los enfrentamientos que siguieron con las fuerzas de seguridad iraquís y las milicias proiraníes, después de que Al-Sadr anunciara su retirada de la política.
Un anuncio que, en mi opinión, es un movimiento táctico, ya que no es la primera vez que el clérigo chií declara abandonar la política y la disolución de sus milicias, grandes gestos después revocados.
Por el momento, Al-Sadr mantiene todo el poder de sus bases para seguir condicionando el curso de la política iraquí, unas bases a las que pidió el martes día 30 de agosto que se retiraran del palacio que alberga la oficina del primer ministro, afirmando que la revolución que ha sido manchada por la sangre no es una revolución.
Frecuentemente visito el norte de Irak, mi pueblo natal, para ayudar a los cristianos perseguidos de mi comunidad. La realidad que ahora veo en el país, comparándola con su situación anterior a la caída del régimen de Saddam Husein, es la siguiente:
En la época de Saddam Husein, las minorías religiosas, como los cristianos, tenían cierta libertad. Hoy día los mismos son perseguidos y obligados a abandonar el país.
Bagdad, la capital de Irak, era una ciudad segura y próspera. Hoy día es la ciudad más peligrosa del mundo.
El valor del dinar iraquí hasta el año 2000 era 1 dinar = 3$; ahora, 2000 dinares = 1$.
El acceso de la población al agua potable antes era del 90%, y ahora no llega al 30%.
La esperanza de vida antes era de 66 años, ahora de 55.
Hoy día, más del 50% del pueblo iraquí es pobre, familias que viven con menos de 9$ al mes. Hay 4,5 millones de personas que viven en extrema pobreza.
Hay cortes diarios de luz. El 50% de los hogares viven sin luz en Bagdad. En otras provincias sube la cifra hasta 90%.
Saddam Husein había acabado con el analfabetismo, y ahora el 55% del pueblo es analfabeto.
En la época de Saddam, la mujer tenía el derecho a estudiar y a trabajar. Hoy día la mujer no tiene la libertad de estudiar ni trabajar, está obligada a llevar el velo y está sujeta totalmente al hombre.
En la época de Saddam los niveles de paro eran ínfimos, mientras que en la actualidad superan el 50% de la población en edad de trabajar.
Hay enfermedades que no solo amenazan la vida de las personas, sino que también amenazan la vida de la sociedad en su conjunto, ya que no existe un medicamento que las cure. Una de estas enfermedades graves es la corrupción.
Esta enfermedad social generalizada se ha extendido en Irak, y amenaza la estructura social, cultural, religiosa y moral de la sociedad, sin que exista esperanza de recuperación.
Estados Unidos ha mostrado su ignorancia sobre la compleja realidad étnica, política y religiosa de Irak. Por su parte, la misión de Naciones Unidas en el país ha calificado la actual escalada de extremadamente peligrosa, e insta a los manifestantes a cooperar con las fuerzas de seguridad y evitar acciones que puedan desembocar en una cadena de acontecimientos violentos imparables.
Mientras el poder político del Islam y de los islamistas, tanto chiíes como suníes, sigan manejando Irak, no creo que haya paz, estabilidad y prosperidad en el país. El presente y el futuro de Irak son oscuros y desconocidos.
Raad Salam Naaman es un cristiano católico caldeo de origen iraquí, de nacionalidad española. Doctor en Filología Árabe, Estudios Árabes Islámicos y Ciencias Religiosas.