Recordamos el genocidio armenio que inició hace 109 años el Imperio Otomano
Según el diccionario de la Real Academia Española, el «genocidio es una forma organizada de matanza de un conjunto de personas, con el objetivo explícito de poner fin a su existencia colectiva por motivos raciales, políticos o religiosos».
El genocidio armenio fue la eliminación de la población cristiana armenia y otras minorías cristianas de la época en el antiguo territorio del Imperio islámico otomano, que luego se convirtió en el actual Estado de Turquía. El 24 de abril del año 1915 es la fecha del comienzo del genocidio armenio.
Aquel día, las autoridades otomanas detuvieron a 250 intelectuales cristianos armenios, en Constantinopla, fueron llevados y asesinados en Chankri y Ayash, dos campos de concentración cerca de Ankara. A partir de esta fecha, la ola de arrestos de cristianos armenios se extendió por todo el país, hasta finales del año 1918.
El 24 de abril del año 1915 es una fecha clave para recordar y no olvidar a casi dos millones de cristianos orientales mártires, un millón y medio armenios y otros 500 mil asirios caldeos, entre ellos obispos, sacerdotes, monjes, monjas, mujeres, hombres, ancianos, niños y familias enteras indefensas, que fueron aniquilados a manos de los musulmanes radicales turcos, con la ayuda de musulmanes kurdos.
No cabe duda que la decisión para llevar a cabo esté genocidio fue tomada por el Imperio musulmán otomano, que son los principales criminales.
Las primeras comunidades cristianas o las iglesias orientales (armenias, asirias, caldeas, coptas, maronitas y melquitas) nacieron, vivieron y siguen viviendo en Mesopotamia, Oriente Medio, Asia Menor, Armenia y el Norte de África, son fruto de las predicaciones de los primeros apóstoles de Jesús en el primer siglo.
Por lo tanto, nosotros los cristianos orientales, descendientes de esas comunidades, no somos emigrantes ni somos ciudadanos de segunda, somos los habitantes nativos de todos esos territorios que hoy día son de mayoría árabe musulmana.
La presencia árabe musulmana en estos territorios, tradicionalmente judeo-cristianos, empezó en el siglo VII, con el comienzo del Islam, y se extendió por todas esas tierras, por el filo de la espada, destruyendo nuestra cultura y nuestra tradición cristiana, persiguiendo y matando a los cristianos, sembrando el terror, hasta hoy día.
El imperio musulmán otomano gobernó con mano de hierro toda Mesopotamia, Armenia y el Norte de África entre los años 1299 y 1914. Era una pesadilla para los cristianos por su crueldad.
Estambul, la antigua ciudad de Constantinopla, era la tercera ciudad más importante para la cristiandad, después de Jerusalén y Antioquia, conocida como la ciudad de las mil iglesias, que fueron todas transformadas en mezquitas por la fuerza.
En los primeros años del siglo XX, la población cristiana en el Imperio Otomano sumaba alrededor de cuatro millones de personas, extendidos en comunidades ubicadas en las regiones cercanas al lago Urmia en Persia, el lago Van en Asia Menor y en Mesopotamia; en las provincias de Diyarbekir, Erzurum y Bitlis.
Entre los años 1915 y 1918 los musulmanes turcos, kurdos, circasianos y chechenos llevaron a cabo el genocidio armenio, conocido también como el “genocidio Sayfo”, cuyo origen es la palabra aramea, Saypa, que significa “espada”, matando casi un millón y medio de cristianos armenios y medio millón de cristianos asirios-caldeos.
Desde abril del año 1915 se produjeron deportaciones en masa de poblaciones cristianas armenias y asirias caldeas de las provincias de Bitlis, Diyarbekir, Erzerum, Kharbeid, Hakkari, Sivas y Van, como prisioneros a los desiertos de Mesopotamia, para morir de hambre y sed.
Los pocos cristianos sobrevivientes de este crimen emigraron desde los valles del Zab, en el sudeste de Turquía, hacia otras regiones cercanas, como Irak, Siria, Irán y Líbano.
Hoy día prácticamente no hay presencia cristiana en Turquía, solo la de unos pocos frailes valientes que se mantienen en Estambul, Éfeso y Trebizonda protegiendo iglesias antiguas, algunas “Patrimonio de la Humanidad”.
Estamos viviendo en el siglo XXI y todavía el Estado Turco de Erdogan, el radical musulmán niega el genocidio armenio y prohíbe a los medios de comunicación hablar de este lamentable genocidio racial-religioso e insiste en llamarle “trágico acontecimiento”.
El genocidio armenio fue un proyecto planificado por los radicales islámicos otomanos para eliminar y acabar con todos los cristiánanos en Asia Menor y Mesopotamia. Es verdad, que los musulmanes turcos y kurdos de hoy no son responsables de aquellos asesinatos, pero por lo menos deben reconocer los crimines de sus antepasados y pedir perdón por ellos.
La ONU y las comunidades internacionales en su conjunto deben obligar al Estado Turco a reconocer el genocidio armenio y pedir perdón por ello. ¡Ésta también es memoria histórica, justa y conocida! El 20 de enero del año 2011 se aprobó la Resolución del Parlamento Europeo sobre la libertad religiosa contra la cristianofobia.
La Resolución se aprobó por 125 votos, los 11 diputados turcos votaron en contra y el presidente del Grupo Parlamentario Socialista, el suizo Andreas Groos, fue el único occidental en votar en contra. El genocidio o Al-Yihad de los jóvenes turcos contra los cristianos armenios, entre los años 1915 y 1918, tuvo la aprobación de algunos líderes mundiales.
Entre ellos, Adolf Hitler, el Führer nacional-socialista que el 22 de agosto del año 1939, pronunció la siguiente frase: “Después de todo, ¿quién se acuerda del aniquilamiento de los armenios?”. Seguramente lo declaró para justificar, más tarde, el Holocausto judío.
A través de la conmemoración de este hecho, la historia recompensa a los mártires de un exterminio injusto, racial y fanático religioso como es el genocidio armenio.
El 24 de abril del año 2015 un centenar de cristianos orientales de todo el mundo, nos reunimos en París, Francia, para conmemorar el centenario del genocidio armenio, llevando una carta a la embajada turca, en la que se pedía al gobernó turco que reconociera y pidiera perdón por los asesinatos cometidos durante la Primera Guerra Mundial contra los cristianos armenios.
Al conocer el contenido de muestra carta, los responsables de la embajada se negaron a recibirnos y a recoger la carta. Turquía está gobernada por un partido islamista que quiere imponer el Islam y Al-Šari´a o la Ley islámica en el Estado.
El presidente de Turquía, Recep Tayip Erdogan, es uno de los cofundadores de la presunta “Alianza de Civilización” junto con el socialista José Luís Rodríguez Zapatero, expresidente de España, y Mohammad Jatami, expresidente de Irán. La Turquía de Erdogan nunca olvida, el antiguo Imperio Otomán musulmán es su sueño y su gran empeño.
El ingreso de Turquía en la Unión Europea es un suicidio para Europa, es la conquista silenciosa del Islam al Viejo Continente. Turquía tiene interés político y económico en formar parte de Europa.
Además, el mundo musulmán también está interesado en que una nación musulmana como Turquía forme parte de la Unión Europea para actuar como un caballo de Troya dentro de Europa.
Si tenemos en cuenta todos estos elementos, se debe impedir la entrada de Turquía en la Unión Europea, porque su cultura, su tradición y su ideología islámica están en contra de la tradición judeo-cristiana europea, además de que su objetivo principal es la islamización de Europa.
Hoy día hay muchos musulmanes con la misma mentalidad que provocó el genocidio armenio; intentan acabar con las minorías cristianas en los países de mayoría musulmana como Irak, Siria, Egipto, Yemen, Nigeria, etc., con la colaboración de algunos y con el silencio de otros.
Actualmente en Armenia hay casi tres millones de habitantes, y el 95% son cristianos, católicos y ortodoxos. Además, cuenta con 344.000 seguidores o fieles en los territorios de Líbano, Siria, Irak, Irán, Turquía y Egipto.
Raad Salam Naaman Cristiano católico caldeo de origen iraquí, Doctor en Filología Árabe, Estudios Árabes Islámicos y Ciencias Religiosas.