La personalidad de Muђammad, previa a su etapa de predicación, es mal conocida. Del Corán no podemos obtener ninguna información. Las biografías del Profeta (Sirat Al- Nabi) no tienen, por su carácter anecdótico, más que un valor histórico relativo. La cronología misma de su vida es imposible de fijar; solamente está bien establecida la fecha de la Hégira (expatriación), momento en que abandonó La Meca para dirigirse a Yaŧrib o Medina. Esta fecha es objeto del acuerdo unánime por parte de los musulmanes y ella es la que señala el punto de partida de la Era Islámica.
Parece que la figura de Muђammad debería resistir mejor la “criba”. Pero ocurre que los datos de que disponemos son no menos elocuentes que los vistos hasta el momento. Así que sigamos por el camino que nos hemos marcado, dejemos hablar primero a la ciencia y veamos qué es lo que sabemos de cierto sobre este importante personaje. Vaya por delante un dato ya de por sí significativo: la primera “biografía de Muђammad”, la de Ibn Hišam, escrita en la época del Califato ‘Abbasi de Bagdad, en el siglo noveno, unos doscientos años después de la muerte de biografiado. Este Ibn Hišam, se habría basado a su vez en la obra de Ibn Isђaq, que supuestamente habría escrito sólo 125 años después de los hechos.
Según lo que cuenta Ibn Ңišam en su libro, Sirat Al- Nabi- La vida del Profeta y más tarde, en toda la tradición musulmana “El fundador de la religión musulmana se llama Muђammad bin `Abdullah bin `AbdulMutalib, su madre Amina bint Wahab. Nacido el 20 de Abril del año 571, en La Meca centro comercial de caravanas situado a menos de 100 Km. del Mar Rojo, a medio camino entre el océano y el Mediterráneo.
Muђammad perdió a su padre antes de su nacimiento y a su madre a la edad de seis años. Fue educado por su abuelo `Abdul- Muţalib y después por su tío Abu- Ţalib, a partir de los ocho años, que lo protegió hasta el día de su muerte.
La personalidad de Muђammad antes de su predicación es mal conocida. Aunque pertenecía a la importante tribu de los Qurayšies, era bastante pobre, y a los veinticinco años pasó al servicio de una viuda rica se llama Jadiŷa, con quien se casó poco después. Mientras Jadiŷa vivió, Muђammad no tomó ninguna otra mujer; solamente después de su muerte. Muђammad ejerció el oficio de mercader y de conductor de caravanas, y llevó a partir de su matrimonio, una existencia desprovista de todo cuidado material.
En cuanto a los viajes que habría efectuado a Siria con su tío, y después con Jadiŷa, y que le habrían hecho encontrar a monjes cristianos. La tradición recoge los nombres de un monje y de un predicador itinerante a quienes escuchó Muђammad. El monje que ha alcanzado la celebridad por las tradiciones musulmanas se llamaba Baђyra; las fuentes dicen que predijo la carrera profética de Muђammad. La verdad es que por esta época los monjes cristianos formaban parte del paisaje en ciertas zonas de Arabia y que las caravanas acampaban a veces a la sombra de sus ermitas, como sugiere el relato de Baђyra. Resulta difícil decir mucho más.
Toda la tradición musulmana afirma con insistencia que Muђammad era analfabeto y no había hecho ningún estudio especial. También hubiera tomado la costumbre de retirarse con frecuencia a la soledad hasta el día en que, en el mes de Ramadán del año 610, tuvo una serie de sueños verdaderos en estado de somnolencia, dicen las tradiciones más antiguas, se sintió entonces atraído por la soledad y buscó un retiro para sus oraciones en una cueva de las montañas que dominan La Meca, en medio de un paisaje absolutamente desértico. En uno de aquellos retiros se sintió interpelado por un ser misterioso. Luego él mismo refirió que aquella visión le intimó la orden de predicar un texto concreto y le designó como “enviado de Dios”. Se preguntaba con inquietud quién sería aquel ser misterioso. Pasados los primeros momentos de inquietud, tranquilizado por su mujer Jadiya y por un primo hermano de ésta, Waraqa bin Nawfal, de quien dicen los textos que era un notable cristiano, pero un cristiano que aguardaba la venida de un profeta, vivió durante tres años sin que le ocurriera nada especial. Finalmente, en el mismo mes de Ramadan hacia el año 612, volvieron a producirse aquellos fenómenos. El dogma musulmán señala que el Ángel Gabriel vino a revelarle uno tras otro todos los oráculos que fue pronunciando durante veinte años en nombre de Dios, hasta el año 632, fecha de su muerte; estos oráculos, reunidos después de su fallecimiento, son los que constituyen el Corán. Muђammad tuvo al principio alguna dificultad en encontrar adeptos. Después de su mujer, su primo `Ali, hijo de Abu- Ţalib, fue el primero en seguirle. Luego, su hijo adoptivo Zayd. Los dos hombres más influyentes que se unieron a él fueron sus intimo y abnegado amigo Abu Bakr, y `Omar, hombre integro de mano ruda, quienes más tarde dirigieron la comunidad musulmana. Todos ellos formaron el primer grupo de musulmanes, es decir, según el sentido de la palabra árabe “Muslim”.
Lentamente fue aumentando el número de fieles en medio de la hostilidad y de los malos tratos que no les ahorraron los paganos de su ambiente. No bastó con un primer éxodo parcial y temporal a Abisinia por los años 615-616 de unos 70 musulmanes para librarse de las persecuciones; Muђammad prefirió quedarse entonces en La Meca o en sus alrededores para enfrentarse con la prueba.
En el año 622, viendo que no cesan las dificultades, la pequeña comunidad musulmana decidió partir hacia el Oasis de Medina, situado a unos 400 Km. al norte. Este éxodo, en árabe Hégira, estuvo preparado por varios tratos y convenios con los representantes de las tribus árabes paganas del lugar. Estas tribus, que formaban la mitad de la población del Oasis, aceptaron el Islam y se convirtieron, reconociendo a Muђammad como Jefe Político del Oasis. La otra mitad de la población, compuesta de tres tribus árabes vinculadas al judaísmo, aceptó sin entusiasmo un protectorado del que más adelante intentaron inútilmente liberarse. De ahí la expulsión de dos tribus judías en los años 624 y 625. Más tarde, en el año 627, en el caso de la tercera tribu, la matanza de los hombres y la venta como esclavos de las mujeres y niños.
Muђammad se impuso por sus cualidades de Jefe de Estado, que se añadían a su ascendente personal. En Medina siguió proclamando sus oráculos, haciendo eco a los conflictos con los paganos de La Meca, sacando lecciones tanto de las victorias como de las derrotas, promulgando leyes para regular los puntos esenciales de la vida social (matrimonio, guerra, contratos, herencias, botín, etc.).
Las hostilidades no comenzaron de verdad hasta el año 624, con la batalla de Badr, en el curso de la cual los musulmanes derrotaron por primera vez a los Mequíes. Más tarde, en el 625, tuvo lugar la batalla de Ohod. En el 627 fue sitiada Medina, que quedó pronto libre. En resumen, en menos de seis años las guerras del Islam dieron la vuelta a la situación. El entusiasmo de une epopeya vivida en nombre de Dios, con los éxitos y el botín que de allí se obtuvieron, acabaron forjando la unidad de la comunidad. Los musulmanes conquistaron la Meca en el año 630, produciéndose entonces adhesiones y conversiones en masa. En el 631, el Islam dominaba Arabia Central y se extendía hasta el Yemen en el sur y los límites de Palestina en el norte. Desde entonces se presentó como la eterna religión inmutable, la que habrían profesado indistintamente todos los profetas anteriores, incluyendo a Moisés y Jesús, desfigurada posteriormente por sus discípulos, Muђammad habría venido a restaurar aquella religión inmutable y a anunciarla al mundo entero. La muerte de Muђammad el 8 de Junio de 632, ocasionó una crisis. Él murió sin dejar un hijo varón y sin designar claramente un sucesor.
Continua….
Más Información:
Raad Salam Naaman, Desvelando el Islam, Editorial Monte Riego (León) 2012