La violación sexual de la mujer en el islam

  

¿Cómo se define una violación sexual?
Según el diccionario de la Real Academia Española: “Delito que consiste en tener relaciones sexuales con una persona sin su consentimiento o con un consentimiento obtenido mediante la violencia o la amenaza”.

Seguramente, la mayor amenaza o desgracia para cualquier mujer en el mundo es la violación.

Todo el país “España” y parte del mundo está preocupado y ocupado comentando y manifestado sobre el caso de la “Manada”. La decisión de la Audiencia Provincial de Navarra, que ha acordado castigar a los autores del llamado caso de la Manada por abuso sexual y no por violación, supone que los magistrados consideran que los hechos se produjeron sin violencia ni intimidación. Esa es, fundamentalmente, la diferencia entre los abusos y las agresiones sexuales, según el Código Penal. El hecho, en ambos delitos, es el mismo: atentar contra la libertad sexual de una persona, en este caso una mujer.

Sin embargo, para las mujeres musulmanas residentes en los países “árabes- musulmanes”, la violación es su mayor pesadilla y su gran amargura, toda una vida.
Para una mujer musulmana violada, por uno o varios hombres, además, es un martirio, porque primero no se atreve denunciarlo, por miedo de su propia familia, que la lapiden, y si intenta denunciarlo, según la Ley islámica “Shari’a” hay que demostrarlo con probas contundentes o testigos directos.

¿De qué manera? Y ¿De dónde viene esta Ley islámica?
Como todas las Leyes islámicas, todas se remontan a la época del Profeta del Islam, Muhammad, es decir del siglo VII. Cuenta un episodio muy conocido en la traducción musulmana o la Sunna “los dicho, hechos y actos de Muhammad” que dice “Dijo Aisha, la tercera mujer y la preferida de Muhammad: Cuando tenía quince años, mi marido Muhammad, me llevó con él a una de sus combates. En un periodo, me aparte y me escondí, para hacer mis necesidades. Cuando termine y quise volver, no encontré a nadie, la batalla había terminado y los hombres habían vuelto a sus casas. En este estante, me di cuenta de que he perdido mi colgante. Fui al mismo sitio donde hice mis necesidades, en busca del colgante, me entró sueño y me quede dormida en el mismo lugar. Cuando desperté, estaba sola y preocupada. Pero gracias a Allah, llegó Safuan bin Al Mu`atal, un joven seguidor de Muhammad y un soldado de Allah, me llevó con él a la ciudad. Sin embargo, cuando la gente me vio con Safuan bin Al Mu`atal, entrando en la ciudad, empezaron hacer comentarios sobre los dos acusándonos de adulterio. Llegaron estos chivatazos al oído de mi marido, el Profeta Muhammad y mi relación matrimonial se enfrió y se cambió totalmente. Un mes más tarde, Muhammad me llamó y me preguntó seriamente, por la verdad sobre mi relación con Safuan bin Al Mu`atal. Le contesté llorando: no sé qué decirte, pero soy inocente, nadie me ha visto acostándome con Safuan. Muhammad, me entendió, me creyó y salió contento.
Muhammad desapareció un par de días, más tarde, volvió y llamó a todo el pueblo y dijo que Allah interviene para declarar la inocencia de Aisha, mi esposa preferida, después de largas semanas de incertidumbre, diciendo que Allah le trasmitió estas palabras en Al Corán (Sura 24:13,19-20) “¿Por qué no han presentado cuatro testigos? Como no han presentado testigos, para Allah que mienten. Quienes deseen que se extienda la torpeza entre los creyentes, tendrán un castigo doloroso en la vida de acá y en la otra. Allah sabe, mientras que vosotros no sabéis. Si no llega a ser por el favor de Allah y su Misericordia para con vosotros y porque Allah es Manso, Misericordioso”.

Por lo tanto, la mujer violada requiere cuatro testigos presentes en el momento de la violación, que vieron la violación y declaran a su favor, para creerla. Por consiguiente, es casi imposible probar una violación en los territorios que siguen los dictados de la Ley Islámica Shari’a como Pakistán, Afganistán, Nigeria, Arabia Saudita…etc.

Los hombres pueden cometer una violación con total impunidad: si niegan los cargos y no hay testigos, serán absueltos, porque el testimonio de la víctima es insostenible.
Peor aún, si una mujer acusa a un hombre de violación puede terminar incriminándose a sí misma. Si no se pueden encontrar los testigos masculinos requeridos, la acusación de violación de la víctima pasa a ser una admisión del adulterio. Esto explica el grave hecho de que hasta el 75% de las mujeres encarceladas en estos países, lo están por el crimen de haber sido víctimas de una violación transformada por las autoridades islámicas en cargos de fornicación, con el resultado de dictámenes de sentencias de muerte.

En una sociedad tradicional musulmana, la pérdida del honor, eufemismo por la virginidad, es vista como una vergüenza o una desgracia tanto o más grave que la violación misma. En muchas ocasiones, la misma familia de la mujer o la niña violada, es la primera que busca una fórmula para tapar la “vergüenza” mediante un matrimonio entre la víctima y su verdugo, si no, acabar con la vida de la mujer o la niña violada.

Podría contar docenas de experiencias de mujeres violadas en mi país natal Irak, algunas han sido asesinadas por su propia familia y otras fueran obligadas a casarse con su violador.

Por mi esperiencia, mi conviviencia con el Islam, y con todo lo que está pasando de la mala decisión de los jueces en el caso de la Manada, que no la comparto, todavía sigo diciendo ¡Qué suerte tienen las mujeres occidentales de haber nacido, crecido y viviendo en una sociedad lejos del islam y las Leyes islámicas!

¡Que Dios bendiga y protege nuestra sociedad del Islam y las Leyes islámicas torcidas!

¡Que Dios bendiga y protege nuestras mujeres de los sinvergüenzas manadas violadores!

Amén

Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen Mesopotámico

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