Beatísimo Padre Su Santidad Papa Francisco:
Antes de empezar me gustaría recitar las palabras de Nuestro Señor Jesucristo en el Sermón del Monte.
Jesús dijo en (Mateo 5:43-48): «Se dijo: Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo. Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que persiguen».
Digo eso, ante todo, porque no quiero dar a entender que yo odio o guardo un rencor al Islam o a los musulmanes.
Como cristiano católico caldeo creyente y practicante, seguidor fiel a nuestro Señor Jesucristo y a las liturgias de la Iglesia, creo totalmente en el diálogo y en la convivencia con otras religiones y creencias.
Pero, con todo lo que he estudiado sobre el Islam, con todo lo que he vivido y visto en mi país natal (Irak) y con el aumento del radicalismo y el fanatismo islámico en la actualidad, no creo en la posibilidad de este encuentro ni en el acercamiento hacia el Islam.
Pero si creo en el conocimiento porque el conocimiento lleva al entendimiento y el entendimiento al diálogo y el diálogo a la convivencia.
Está claro que mis conocimientos sobre los orígenes y el desarrollo del Islam, discrepan mucho de las opiniones comúnmente aceptadas, incluso de Su Santidad.
Creo que compartir estos descubrimientos es beneficioso para todos, incluso para los mismos musulmanes.
Pensando en el cariño hacia las personas y en el deseo de no hacerles daño, en un principio, pensé silenciarlos.
En ese momento me acordaba de Jesús.
Él debió pensar algo parecido antes de llamar a los primeros discípulos. Sabía que su camino no era fácil y que a los que le siguieran, les ocurriría lo mismo que a Él, y sin embargo les llamó. Seguramente, Jesús pensó que la Verdad es una perla hermosa por la que merecía la pena arriesgarlo todo, incluso la vida.
Pensó que «Los sufrimientos del tiempo presente son poca cosa comparados con la Gloria que un día se nos dará» (Romanos 8:18). Pensó que la ignorancia nunca es buena, incluso si al principio parece hacer la vida más cordial.
Nunca pensé que un día me dirigiría a un Papa, mi máxima autoridad.
Son tan grandes y evidentes las muestras de cercanía con que ha iniciado Su pontificado que parece casi natural escribirle. Pido perdón de antemano a Su Santidad por mi atrevimiento y por no saber expresar mis conocimientos con el suficiente amor que siento como cristiano católico fiel. Mi deseo es ofrecer estas reflexiones de manera que unos y otros nos acerquemos más a Dios, que es la Vida eterna y la Verdad misma. Consiéntame que de modo fraterno, y con el corazón lleno de afecto, me dirija a Su Santidad.
Leyendo la «Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium de Su Santidad a los Obispos, a los Presbíteros, a los Diáconos, a las Personas Consagradas y a los fieles Laicos sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual», que es un documento de magisterio ordinario publicado en la ciudad del Vaticano el 26 de noviembre 2013, me llamó la atención el titulo «El diálogo interreligioso» y dentro del mismo los párrafos 250 al 254, específicamente el número 253:
«Para sostener el diálogo con el Islam es indispensable la adecuada formación de los interlocutores, no sólo para que estén sólida y gozosamente radicados en su propia identidad, sino para que sean capaces de reconocer los valores de los demás, de comprender las inquietudes que subyacen a sus reclamos y de sacar a luz las convicciones comunes. Los cristianos deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica. ¡Ruego, imploro humildemente a esos países que den libertad a los cristianos para poder celebrar su culto y vivir su fe, teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales! Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia«.
De nuevo y con todo el dolor de mi corazón, pido disculpas porque las declaraciones de Su Santidad abren la puerta a tres posibles objeciones:
O Su Santidad no ha leído el Corán ni conoce bien el Islam y sus doctrinas, ya que, en realidad, quien tiene la autoridad para interpretar el Corán son los doctores de la universidad del Azhar dentro de la rama sunní, y los AyatAllah dentro de la rama shií, las dos ramas principales del Islam, o los consejeros, los asesores de Su Santidad, en este tema (Islam).
Le están aconsejando equivocadamente, o, por último y lo más probable, es que Su Santidad, quiera acercarse más a este movimiento (Islam) y con estas declaraciones crea que el dialogo con el Islam y el acercamiento es posible, pensando siempre en el prójimo. En el caso que nos ocupa, los amigos musulmanes.
Por tanto, la pregunta debería ser: ¿Tienen mis amigos musulmanes el derecho a conocer la Verdad sobre sus creencias?
Dicho de otra manera: si ahora la ocultamos, ¿No llegará el día en que nos reprochen el haberlo hecho? La verdad puede ser incómoda, pero hay que proclamarla.
Escuchando las declaraciones de los musulmanes, los progresistas y hasta algunos medios de comunicación sin conocimiento alguno, manifiestan que el Islam es una religión de paz.
Aparentemente son conscientes de que cuando algo se repite lo suficientemente y por un largo tiempo, se puede convertir en una verdad. Pero nunca pude imaginar que Su Santidad cayera en esta trampa y opinara lo mismo. Investigando la vida de Muhammad el Profeta del Islam, el Islam mismo y sus doctrinas, llegué a la conclusión de que no es tal, sino que es un movimiento violento.
Si seguimos la pista de la vida privada de Muhammad, observamos que vivió para satisfacer sus deseos carnales.
Muhammad se caso oficialmente con doce mujeres; una de ellas tenía seis años y él tenía cincuenta y uno; se caso con la mujer de su hijastro, además practicó el matrimonio de placer o temporal con cincuenta y cinco mujeres.
Muhammad mató y ordenó matar a trece personas, organizó, participó y luchó en ochenta y ocho batallas en menos de diez años desde el año 622 hasta su muerte en el año 632. La verdad, la vida de Muhammad fue muy azarosa.
Con tantas mujeres y tantas guerras, la pregunta obligada ¿Cuánto tiempo tuvo Muhammad para dirigirse a su dios? Después de la muerte de Muhammad sucesivos califas se dedicaron a convertir varias partes del mundo por la espada.
Dejando detrás de sí gran número de cuerpos mutilados y mujeres violadas, conquistaron grandes pueblos y regiones imponiendo su brutal dominio, en general, un río de sangre corre por la historia del Islam aun hasta hoy en día.
Además, nunca hemos escuchado alguna palabra de condenación por parte de los clérigos musulmanes alrededor del mundo.
Aún más, hacia los terroristas de las Torres Gemelas, ningún Imam musulmán en el mundo ha dicho que sean apóstatas y se encuentren en el infierno ahora. No han hecho ni lo van a hacer porque sería ir contra el Islam mismo y sus doctrinas, el Corán.
Claro, la realidad nos muestra que existen musulmanes que son pacíficos. Pero debemos decir que lo son a pesar del Islam, no gracias al Islam porque el Islam no es una religión de paz.
Muhammad predica que quien muere haciendo el Yihad va directamente al paraíso a disfrutar de placeres sexuales. El peor creyente musulmán en el paraíso tiene 80.000 esclavos y 72 huríes, que son mujeres bellas con ojos grandes y brillantes.
Esto es exactamente lo que pensaban los terroristas que destruyeron las torres gemelas y el pentágono, a tenor de la carta postmortem que dejó uno de los terroristas; y porque es lo que aun enseñan los líderes religiosos islámicos en los países árabes musulmanes.
No se trata de enseñanzas de la época de Muhammad, se trata de enseñanzas que aún siguen vigentes en el día de hoy. Se pueden encontrar muchos mandatos en el Corán exhortando a sus creyentes a defender y propagar su fe.
El carácter de esta defensa está determinado por cómo se interpreta la doctrina del Yihad, lo cual se establece en muchos versículos del Corán.
En un sentido es entendido como la lucha del individuo con su propia naturaleza para seguir los preceptos de Allah, pero no se puede negar que también se llama a una lucha armada por su fe.
La doctrina del Yihad en el Islam divide al mundo en dos reinos: el que habita en paz y el que habita en guerra y hace que el creyente musulmán siga empujando la pared que hay entre los dos hasta que todo el mundo sea convertido al Islam (Sura 9:33) socios «Él es Quien ha mandado a su Enviado con la Dirección y con la religión verdadera para que, a despecho de los asociados, prevalezca sobre toda otra religión».
A quien cae en la batalla se le promete la entrada inmediata en el Paraíso. (Sura 9:123) «Oh creyentes, hagan guerra contra los infieles que moran entre vosotros. Que ellos encuentren firmeza en vosotros».
(Sura 48:16) «Seréis llamados a pelear contra una nación poderosa, pelead hasta que ellos abracen el Islam».
Al leer estos textos, es muy fácil para los terroristas islámicos justificar sus acciones.
El mundo occidental, muy ignorante de la segunda religión más grande del mundo «El Islam», ingenuo sobre las intenciones del Islam e ignorante de su historia, vacila ante el peligro del Islam. La misma raíz del Islam está en la conquista militar, el presente que vivimos hoy y el futuro viene de esta raíz.
El Islam, desde su mismo principio, fue propagado por «el filo de la espada».
La historia del Islam está repleta de violencia y guerra, desde su nacimiento hasta el día presente.
Cuando los musulmanes invadieron España, se necesitaron siete siglos para expulsarlos. Los turcos otomanos masacraron a más de dos millones de armenios entre los años 1915-1916, un hecho todavía ignorado por muchos en el mundo occidental.
En el Sudán, lo mismo, más de dos millones de cristianos han sido aniquilados y muchos más vendidos como esclavos.
En Indonesia, los musulmanes han matado a más de 300.000 católicos desde 1975, hasta hoy.
El genocidio y la persecución actual de los cristianos en Irak, Irán, Egipto, Pakistán, Nigeria…en el nombre del Islam y los musulmanes, claman justicia por parte de todos.
No ignoró las Cruzadas, la conquista española u otros acontecimientos hechos en el nombre de Cristo.
Soy consciente de los abusos del cristianismo en los siglos pasados y los encuentro reprobables. Pero no encuentro «en la conquista por la espada» el modus operandi estándar del cristianismo.
Contrariamente a Muhammad, Jesús y sus discípulos no iniciaron la propagación de su fe por la fuerza militar.
Este es un sistema religioso que seguirá produciendo creyentes, quienes fielmente pelearan el Yihad contra los infieles. Los musulmanes no entrarán en el juego de «no te metas con nosotros y nosotros no nos meteremos contigo». Va contra su religión.
Tanto el Corán como los hadizes (los dichos, hechos y actos de Muhammad) enseñan que los musulmanes deben destruir las vidas y las propiedades de aquellos que no aceptan el Islam.
El Islam es un régimen cuyas leyes son crueles hacia las poblaciones sometidas a él, ya que prevén la desigualdad de derechos, discriminaciones y castigos brutales y degradantes.
Por otra parte, es una ideología que justifica, en el nombre de «Allah» su Dios, la persecución de los no musulmanes «judíos y cristianos», apoyando sus enseñanzas con las palabras del Corán (Sura 5:51) «Creyentes; No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos. Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Dios no guía al pueblo impío».
El Islam o Muhammad, ordena a sus seguidores ser enemigos de las otras religiones y tratarlos como tales, combatir contra ellos hasta la conversión.
Si no lo hacen se les condena a la esclavitud o a la muerte. Sahih Al Bujari, Bab Al-Iman, hadiz N. 25, habla del Yihad: «Muhammad dijo: Dios me ordenó luchar contra todos aquellos que no manifiesten la declaración de la Fe musulmana, no hay más dioses que Allah, y Muhammad su mensajero, deben rezar, dar limosna y ayunar en el mes de Ramadán. Si hacen todo eso serán salvados, si no lo hacen, tienen la muerte segura».
En el Corán leemos en (Sura 8:59-60) «¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Alá y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Alá conoce!».
El Islam no ofrece ninguna seguridad de salvación o de entrada en el «paraíso», sólo si alguien muere combatiendo por la causa de Allah, su entrada al paraíso está garantizada.
(Sura 47: 4,5,6) «Allah no dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Allah … el les dirigirá y mejorará su condición …. Y les introducirá en el Jardín que él les habrá dado a conocer».
Es verdad que hay muchos versículos en el Corán (124 versículos) que reconocen tanto a los judíos como a los cristianos y alaban sus libros sagrados; la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento), (Sura 3:3) «Él te ha revelado la Escritura con la Verdad, en confirmación de los mensajes anteriores. Él ha revelado la Tora y el Evangelio».
El Corán contiene pasajes donde dice que no hay obligación en religión, que no se deben dañar los árboles, matar niños, mujeres y ancianos…etc.
Como por ejemplo (Sura 2:256) «No hay coacción en religión». (Sura 10:99) «Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la tierra, absolutamente todos, habrían creído. Y ¿vas tú a forzar a los hombres a que sean creyentes?».
Ignoro si Su Santidad desconoce que los versículos del Corán pertenecen a dos períodos:
– 1. Versículos fueron transmitidos en la Meca, desde el año 612 a 622. Durante la estancia de Muhammad y sus seguidores en la Meca, ellos eran minoría y muy débiles. Por eso los versículos del Corán en esta etapa, hablan de cosas muy poéticas, de paz, convivencia, de alabanzas y lindas historias, en ciento veinticuatro versículos.
– 2. Otros versículos fueron transmitidos en Medina, desde el año 622 a 632. Muhammad fue nombrado en Al Medina Jefe de Estado y líder religioso. Muhammad tuvo muchos seguidores, formó un ejército, se hizo muy fuerte y endureció sus enseñanzas.
Según una ciencia del Islam conocida como «Al Nasj wa Al Mensuj» y traducida como, los versículos del Corán que abrogan y son abrogados.
Por este procedimiento, los versículos del Corán medineses abrogaron los mecanos. Podemos decir que «Al Nasj wa Al Mensuj» permitieron armonizar las contradicciones aparentes en la jurisprudencia islámica.
Sencillamente, quiere decir que los versículos posteriores anulan la función de los versículos anteriores. Todos los versículos, que hablan del dialogo y la convivencia con otras religiones fueron trasmitidos en la primera etapa de Muhammad cuando todavía era débil con pocos seguidores.
Todos ellos fueron abrogados por los versículos divulgados después, cuando Muhammad se hizo fuerte y tuvo muchos seguidores, anunció versículos violentos como (Sura 9:5,29) «Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociados dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso. Pelead contra aquellos que no creen…aunque sean Pueblo del Libro, hasta que estén dispuestos a pagar el tributo en reconocimiento de su estado de sumisión».
Por tanto, Su Santidad no se deje engañar, todos los versículos pacíficos que existen en el Corán fueron anulados por otros posteriores y violentados.
Su Santidad, en todo el mundo Occidental, tradicionalmente cristiano, donde los emigrantes musulmanes viven en minoría, gozan de toda la libertad y tienen todos los derechos tanto sociales como religiosos.
Tienen libertad para celebrar sus pascuas como Ramadán, construir escuelas coránicas y mezquitas, rezar en ellas las cinco veces al día. Incluso en algunas ciudades tienen partidos políticos y representantes en los ayuntamientos.
En mi opinión esto es justo y correcto porque ésta es la democracia y la libertad religiosa verdadera. Pero del mismo modo deben los musulmanes actuar en sus países con las minorías judías y cristianas que viven con ellos.
Pero lamentablemente no es así. Aunque somos minorías (judíos y cristianos) no somos emigrantes, somos los originarios del territorio que hoy día se llama el «mundo árabe musulmán».
En la sociedad musulmana en general y árabe en particular; un cristiano recibe todos los apoyos posibles para su conversión al Islam, tanto laborales como sociales.
Por el contrario, los musulmanes que se convierten al cristianismo deben de vivir escondidos para evitar el rechazo social de sus familias, incluso existe la posibilidad de asesinarlos. ¡Qué manera tan novedosa por su lucidez y cercanía de señalar un nuevo estilo eclesial!
Está consiguiendo convencernos de que ese camino que alumbra Él, lo va a hacer acompañado por todos nosotros. Porque si desea que el mundo entero nos reconozca por la fraternidad, el amor y la confianza, hemos de concluir que lo está consiguiendo.
Así que bienvenida sea esa tarea que emprende Su Santidad de volver a la frescura del Evangelio y a sus palabras.
Dios nos ha confiado la tarea de alimentarnos con nuestras oraciones, pidiéndole la paciencia y el tesón para seguir el camino del Señor, haciendo Su voluntad.
Expreso estas reflexiones en mi calidad de cristiano caldeo fiel a mis creencias y en la esperanza de que las mismas sean tenidas en cuenta por Su Santidad.
Que el Señor nos bendiga a todos, sobre todo a Su Santidad para el bien de nuestra Iglesia y derrame sobre toda la humanidad el bálsamo de Su paz. Que Dios me perdone si me he excedido en algún aspecto.
Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen iraquí
Doctor en Filología árabe, estudios árabes islámicos y ciencias religiosas
Más informaciones:
Raad Salam Naaman, Desvelando el Islam, Monte Riego (León) 2012
Raad Salam Naaman, Todo sobre el Islam, Monte Riego (León) 2013