Solo a través de la conmemoración compensa la historia y recompensa a los mártires. Desde hace varios años, es costumbre, en esta fecha, que un centenar de amigos y conocidos, todos pertenecientes a iglesias cristianos orientales como; asiria caldea católica, armenia, copta católica y melquita, nos reunamos para rezar por los mártires cristianos de toda la historia, además de inspeccionar, condenar, resistir, compartir conocimientos y conmemorar el “genocidio armenio”.
¿Qué es el genocidio armenio?
El genocidio armenio fue la eliminación de la población cristiana armenia y otras minorías cristianas de la época en el antiguo territorio del Imperio Otomano, que luego se convirtió en el actual Estado de Turquía.
La fecha del comienzo del “genocidio armenio” se conmemora el 24 de abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a un total de 250 intelectuales y líderes de la comunidad armenia que fueron arrestados en Constantinopla. Su destino era Chankri y Ayash, dos campos de concentración en las cercanías de Ankara. La mayoría murió camino al exilio hacia el sudeste del Imperio. La ola de arrestos y deportaciones de intelectuales y líderes armenios pronto se difundió a lo largo del país. A estos crímenes se los considera de forma simbólica como el inicio oficial del genocidio armenio, que se extendió hasta el año 1922.
Según el diccionario de la Real Academia Española; “El genocidio: es una forma organizada de matanza de un conjunto de personas con el objetivo explícito de poner fin a su existencia colectiva por motivos raciales, políticos o religiosos”.
El 24 de Abril es una fecha clave para recordar en casi dos millones de cristianos orientales mártires. Se calcula que alrededor de un millón y medio de cristianos armenios y otros quinientos mil cristianos asirios caldeos católicos, entre ellos obispos, sacerdotes, monjes y monjas, mujeres, hombres, ancianos y niños indefensos fueron aniquilados a manos de los musulmanes turcos con la ayuda de los musulmanes kurdos, durante el transcurso de la primera Guerra Mundial.
No cabe duda, de que la decisión para llevar a cabo esté genocidio fue tomado por el Imperio Musulmán Otomano, que son los principales criminales. Tremendo fue el genocidio y tremendas fueron sus consecuencias.
Las iglesias cristianas orientales; son la cosecha de las predicaciones de los santos apóstoles, los primeros discÍpulos de nuestro Señor Jesucristo en el primer siglo, las primeras comunidades cristianas fundas en el Norte de África, Mesopotamia y la India.
Los cristianos tanto del Norte de África como del Oriente Medio y Próximo no somos emigrantes, somos originales del país y habitantes autóctonos. La presencia árabe musulmana en Mesopotamia empezó con las conquistas del segundo Califa Ortodoxo `Omar, en Irak en el año 637, Siria 638, Palestina 641, Egipto 642 y Persia en el año 644. A partir de esta fecha, se extendió el Islam en toda Mesopotamia y el Norte de África, destruyendo nuestra cultura, tradición cristiana, persiguiendo y matando a los cristianos, sembrando el mal y el terror en toda la zona y en todo el mundo, hasta hoy día.
Los cristianos en su conjunto, desde siempre han sido y están siendo perseguidos por los musulmanes tanto árabes como kurdos u otomanos, considerados como ciudadanos de segunda clase en su propio país, forzados a la conversión al Islam con violencia. Los otomanos musulmanes, eran una pesadilla para los cristianos no paraban de guerrear contra ellos, borrando todo rastro cristiano. Estambul que era Constantinopla, la tercera ciudad santa de la cristiandad, también llamada la ciudad de las mil iglesias, fueron, transformadas en mezquitas a la fuerza, con terror y sin contemplaciones.
En los primeros años del siglo XX, la población cristiana en el Imperio Otomano sumaba alrededor de cuatro millones de personas, extendidos en comunidades ubicadas en las regiones cerca del lago Urmia en Persia, el lago Van y en Mesopotamia; en las provincias de Diyarbekir, Erzurum y Bitlis.
Durante la Primera Guerra Mundial, los jóvenes turcos, junto con los musulmanes kurdos, circasianos y chechenos llevaron adelante el conocido “genocidio armenio”. Coincidió en el mismo tiempo, el genocidio cristiano asirio caldeo, conocido como Sayfo, su origen de la palabra viene del arameo Saypa, que significa “espada”, fue la masacre en masa de la población civil cristiana asiria caldea desarmada en Mesopotamia por los mismos, los musulmanes del ejército otomano y sus aliados, los kurdos.
Desde mayo 1915 se produjeron deportaciones en masa de poblaciones cristianas armenia y asiria caldea de las provincias de Bitlis, Diyarbekir, Erzerum, Kharbeid, Hakkari, Sivas y Van, como prisioneros a los desiertos de Mesopotamia, para morir de hambre y de sed. Los pocos cristianos sobrevivientes de este crimen emigraron desde los valles del Zab, en el sudeste de Turquía, hacia otras regiones cercanas, como Irak, Siria, Irán y Líbano. Hoy día no hay presencia cristiana en Turquía, solo la de unos pocos atrevidos frailes que se mantienen en Estambul, Éfeso y Trebizonda, protegiendo viejas y despobladas iglesias. La Turquía de hoy de Erdogan el radical musulmán prohíbe hablar de este lamentable genocidio, no quiere reconocerlo, ni pedir perdón por ello.
El estado de Turquía a la cabeza el régimen islámico de Erdogan sigue negando el asesinato de dos millones de cristianos durante y después de la Primera Guerra Mundial e insiste en llamarlos “trágicos acontecimientos” en vez de darles el verdadero nombre “genocidio” según el derecho internacional. Hasta ahora la república islámica turca no ha mostrado el más mínimo signo de arrepentimiento por el crimen cometido. El aniquilamiento de todo un pueblo fue propuesto y planteado con la finalidad de eliminar a toda una comunidad cristiana en Mesopotamia, se trató de un genocidio planificado.
Es verdad que los turcos y los kurdos musulmanes de hoy día, no son culpables del genocidio armenio durante la primera guerra mundial, sin embargo, Turquía y los kurdos tienen que asumir la responsabilidad y reconocer los crimines de sus antepasados. El reconocimiento de los salvajes crímenes cometidos contra nuestros hermanos cristianos armenios y otros por parte del Impero Otomano, debe de ser obligatorio por toda la civilización mundial, incluyendo el Estado de Turquía.
Erdogan dijo claramente “Para mí, la aspiración turca a la Unión Europea sería una prioridad y hare todo lo posible para que Turquía ingrese en la Unión Europea como miembro de pleno derecho”. Turquía con Erdogan a la cabeza nunca olvidan el antiguo Imperio Otomano musulmán, es su sueño y su gran objetivo. El ingreso de Turquía en la Unión Europea será el acuerdo de un asalto islamista, será la conquista del Islam en toda regla al Viejo Continente. Turquía tiene interés económico en formar parte de Europa, y el mundo musulmán está interesado en que una nación musulmana, como la Turquía, conste dentro de la Unión Europea para actuar como un caballo de Troya del islamismo, ya que Turquía sólo mira históricamente hacia Europa como escena de conquistas y expansiones.
Si tenemos en cuenta todos estos elementos, Turquía debe de quedar totalmente fuera de Europa, porque su cultura, su tradición y su ideología islámica están en contra la tradición cristiana europea. En realidad, no se trata de un choque entre Islam y cristianismo, sino entre moros y civilizados.
Por ignorancia o por utilidad política, en Occidente se hacen oídos sordos, y ojos ciegos, a la realidad del tremendo holocausto de cristianos que derrumbaron a manos del Imperio Otomano musulmán, la actual Turquía.
Da la impresión de que la familia humana no quiere aprender de sus errores del pasado, causados por la ley del terror islámico. Hoy día, estamos en el siglo XXI, 101 después del conocido genocidio armenio y todavía hay musulmanes con la misma mentalidad del pasado, que intentan acabar con las menorías cristianas en los países de mayoría musulmana, como Irak, Siria, Egipto, Yemen, Nigeria…etc. con la colaboración de algunos y con el silencio cómplice de otros que se convierten en espectadores. Desgraciadamente todavía hoy oímos el grito angustiado y desamparado de muchos cristianos vuestros hermanos y hermanas indefensos, en diferentes lugares del mundo, que a causa de su fe en Cristo o de su etnia son pública y cruelmente asesinados, decapitados, crucificados, quemados vivos, o bien obligados a abandonar su fe y su tierra. Queridos hermanos: esconder, no reconocer o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla.
Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen iraquí