La situación de las mujeres en Arabia antes del comienzo del Islam era lamentable donde las mujeres tenían pocos derechos, los hombres podían casarse con cuantas mujeres quisieran y repudiarlas a voluntad sin compensación alguna. Las mujeres repudiadas, totalmente dependientes del marido para sobrevivir, acababan con frecuencia en la miseria y a menudo se convertían en prostitutas o esclavas. Muhammad el Profeta del Islam le perturbaban y estaba menos satisfecho aún con las practicas sociales y religiosas en su entorno; el politeísmo, la inmoralidad, la borrachera, el jugar por dinero, la injusta situación de la mujer en aquel tiempo, sobre todo el enterrar vivas como indeseables a las recién nacidas, algo que no solo se practicaba en su ciudad natal La Meca, sino en toda Arabia.
Con la llegada del Islam, el Corán reduce a cuatro el número de las esposas legítimas y prescribe que el marido debe tratarlas con una perfecta equidad. (Sura 4:3) “Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces, casaos con las mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no obrar con justicia, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así, evitaréis mejor el obrar mal”. Con todo, el hombre puede tomar entre sus esclavas tantas concubinas como le plazca.
Lo curioso, es que el propio Muhammad el Profeta de los musulmanes y él fundador del Islam no aplicó este mandato o este ley islámica (Al- Shari`a). Oficialmente Muhammad tuvo diez mujeres y dos concubinas, además de mujeres de placer, llegó a tener hasta 55 mujeres (Más adelante en otros artículos hablo de las mujeres de Muhammad).
El matrimonio se compone pago de la dote por parte del marido y comprobación del consentimiento de las partes (la mujer, jurídicamente incapacitada, está reemplazada por su tutor matrimonial).
El Islam no contempla el celibato como práctica religiosa, y considera que el estado natural del ser humano es el matrimonio.
El Islam no permite tanto los hombres como las mujeres casarse con personas de otras religiones. Según el Corán en (Sura 2:221) “No os caséis con mujeres asociadotas (de otras religiones) hasta que crean. Una esclava creyente es mejor que una asociadora, aunque ésta os guste más. No caséis con asociadores hasta que éstos crean. Un esclavo creyente es mejor que un asociador, aunque éste os guste más. Ésos os llaman al Fuego, en tanto que Alá os llama al Jardín y al perdón si quiere, y explica Sus aleyas a los hombres. Quizás, así, se dejen amonestar”.
Pero los intérpretes contemporáneos, permite a los musulmanes casarse con mujeres de otras religiones abrahámicas (judías o cristianas), ya que consideran legalmente o automáticamente la determinación de la religión de los hijos, siguen la religión del padre, el varón. En cambio, a una mujer musulmana sólo se le permite casarse con un varón musulmán, entre otras razones para evitar que sus hijos puedan educarse como no musulmanes. El contrato matrimonial entre una mujer musulmana y un varón no musulmán se considera tradicionalmente como ilegal y nulo, por tanto un adulterio desde el punto de vista legal. La misma regla se aplica por los expertos en Shari’a (ley islámica) para el contrato matrimonial entre un varón musulmán y una mujer de fe no monoteísta, como el hinduismo.
El Corán afirma la inferioridad esencial de la mujer respeto al hombre en (Sura 4: 176) “Te piden tu parecer. Di: Dios os da el Suyo a propósito de los parientes colaterales. Si un hombre muere sin dejar hijos, pero sí una hermana, ésta heredará la mitad de lo que deja, y si ella muere sin dejar hijos, él heredará todo de ella. Si el difunto deja dos, éstas heredarán los dos tercios de lo que deje. Si tiene hermanos, varones y hembras, a cada varón le corresponderá tanto como a dos hembras juntas. Dios os aclara esto para que no os extraviéis. Dios es omnisciente”. La herencia recae sobre la línea paterna y en ella cuentan las mujeres por una mitad.
Además el testimonio de una mujer ante la justicia vale la mitad del de un hombre; (Sura 2:282) “Creyentes si contraéis una deuda por un plazo determinado, ponedlo por escrito. Que un escribano tome fiel nota en vuestra presencia, sin rehusarse a escribir como Dios le dé a entender. Que escriba. Que el deudor dicte en el temor de Dios, su Señor, y que no deduzca nada. Y si el deudor fuera necio, débil o incapaz de dictar, que dicta su procurador con fidelidad. Llamad, para que sirvan de testigos, a dos de vuestros hombres; si no los hay, elegid a un hombre y a dos mujeres de entre quienes os plazcan como testigos, de tal modo que si una yerra, la otra subsane su error. Que los testigos no se sustraigan cuando se les llame. Que no os repugne suscribir una deuda, sea pequeña o grande, precisando su vencimiento. Esto es más equitativo ante Dios, es más correcto para el testimonio y da menos lugar a dudas. A menos que se trate de una operación concluida entre vosotros sin intermediarios, entonces, no hay inconveniente en que no lo pongáis por escrito. Pero tomad testigos cuando os vendáis algo. Y que no se moleste al escribano ni al testigo. Si lo hacéis, cometeréis una iniquidad. Temed a Dios os instruye. Dios es omnisciente”.
Muhammad el Profeta del Islam explicando este versículo, en Saђiђ Al- Bujari, ђadiz 2658 dice: “La mujer la falta cerebro”.
El tema de la Menstruación, es muy interesante, según el Corán (Sira 2:222) “Te preguntan acerca de la menstruación. Di: Es un mal. ¡Manteneos, pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Alá os ha ordenado. Alá ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican”, los hombres no deben o no se permite a un hombre acercarse a una mujer con el periodo o tiene la regla o la menstruación.
Ahora bien, como demuestra, Al Bujari en su libro; Sahih Al Bujari, el libro de la Menstruación; los dichos N. 294 a N. 333 “El Profeta, solía acostarse con sus esposas cuando estaban en el periodo de la menstruación. A Muhammad, le gustaba oler la sangre de la menstruación, cuando Aisha (su esposa predilecta) tenía la menstruación, él solía poner su cabeza entre sus muslos y recitaba el Corán. Aisha dijo: en muchas ocasiones, Muhammad cuando quería bañarse, me llamaba y me mandaba a desnudar para bañarme con él, algunas veces tenía la regla, y él lo sabía, nos bañamos juntos y nos hacíamos el amor. Lo mismo hacia con sus otras esposas como Um Salma, Zaynab y otras”. En que quedamos.
En Saђiђ Al- Bujari, ђadiz (Dicho) 3237, leemos: “Dijo Muhammad; si un hombre llama su mujer para acostarse con ella y ella niega y el hombre se va a dormir descontento, la maldad de los ángeles será sobre la mujer toda la noche hasta que se pide la mujer el perdón al marido, a continuación satisfacer los deseos sexuales del hombre, porque la mujer esta criada para cumplir todos los deseos del hombre”. Aplicando el texto coránico (Sura 2:223) “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros mismos! ¡Temed a Alá y sabed que Le encontraréis! ¡Y anuncia la buena nueva a los creyentes!”.
Por esa razón, el Corán también anima a los hombres a pegar sus mujeres o sus esposas, que no obedecen el hombre, como muestra (Sura 4:34) “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Alá es excelso, grande”.
En Sunan Ibn Maŷa, ђadiz (Dicho) N. 2456, leemos: “Un día un hombre preguntó a Muhammad ¿Qué derechos tiene la mujer respeto al hombre? Muhammad le contestó: darla a comer cuando tu comes, y vestirla cuando tu te vistes, no la pegues a la cara, pégala en otros sitios ocultos del cuerpo, para que no se nota”.
Por otro lado, en el Islam; el divorcio debe de producir por una decisión propia del marido o por un consentimiento mutuo.
Según algunos exegesis musulmanes (no según el Corán), el sexo anal dentro del matrimonio, esta prohibido, por lo tanto, es la única excusa de que la mujer puede pedir el divorcio, si muestra que su marido la obliga a practicar este tipo de relaciones sexuales.
Los demás a petición del marido ante un Imam o Cadí. Aplicando el texto coránico (Sura 2:223) “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros mismos! ¡Temed a Alá y sabed que Le encontraréis! ¡Y anuncia la buena nueva a los creyentes!”.
Pero según los sabios e intérpretes musulmanes; el divorcio es definitivo, si ha sido pronunciado tres veces, el marido no puede volver a tomar a su mujer más. Solo en el caso de que la mujer se haya casado con otro hombre y se ha cumplido con él, en el intervalo de la separación. Aplicando el texto coránico (Sura 2:226-230) “Quienes juren no acercarse a sus mujeres tienen de plazo cuatro meses. Si se retractan,… Alá es indulgente, misericordioso. Si se deciden por el repudio,…Alá todo lo oye, todo lo sabe. Las repudiadas deberán esperar tres menstruaciones. No les es lícito ocultar lo que Alá ha creado en su seno si es que creen en Alá y en el último Día. Durante esta espera, sus esposos tienen pleno derecho a tomarlas de nuevo si desean la reconciliación. Ellas tienen derechos equivalentes a sus obligaciones, conforme al uso, pero los hombres están un grado por encima de ellas. Alá es poderoso, sabio. El repudio se permite dos veces. Entonces, o se retiene a la mujer tratándola como se debe o se la deja marchar de buena manera. No os es lícito recuperar nada de lo que les disteis, a menos que las dos partes teman no observar las leyes de Alá. Y, si teméis que no observen las leyes de Alá, no hay inconveniente en que ella obtenga su libertad indemnizando al marido. Éstas son las leyes de Alá, no las violéis. Quienes violan las leyes de Alá, ésos son los impíos. Si la repudia, ésta ya no le será permitida sino después de haber estado casada con otro. Si este último la repudia, no hay inconveniente en que aquéllos vuelvan a reunirse, si creen que observarán las leyes de Alá. Éstas son las leyes de Alá. Las explica a gente que sabe”.
Más información:
Raad Salam Naaman, Desvelando el Islam, Editorial Monte Riego (León) 2012
Raad Salam Naaman, Todo sobre el Islam, Editorial Monte Riego, (León) 2013